Fotografias: Mayte Piera.
Diseño de Producto.

Beosound A9.

La colaboración con Bang & Olufsen surge desde un lugar muy cercano a mi manera de entender el diseño, donde la frontera entre emoción y tecnología se difumina para dar paso a algo más profundo. No se trata solo de intervenir un objeto y hacerlo más bello, sino de dotarlo de una identidad propia, de una narrativa que lo convierte en algo vivo, con alma. En este proyecto, la línea Atelier nace como una exploración de la personalización, pero no como un simple cambio estético, sino como una forma contemporánea de expresión que me permitió dialogar con la esencia misma del objeto.

La tecnología se convierte en un lienzo, y el diseño, en un gesto que habla sin palabras. Cada pieza de esta edición especial es, para mí, un acto artístico, casi una pequeña escultura con su propia voz. La geometría, el color, la textura… todos estos elementos los reinventé buscando algo que fuera mucho más allá de la apariencia. No quería decorar, sino contar historias. Historias que surgen desde el silencio de un altavoz, desde la vibración del sonido que se transmite y que ahora, además, puede ser contemplada, tocada, sentida. Aquí, cada línea, cada volumen, se transforma en un lenguaje visual que acompaña la experiencia sonora, creando un vínculo emocional con quien la posee.

La paleta cromática que elegí responde a una intención clara: encontrar un equilibrio entre la serenidad y el atrevimiento, entre lo terrenal y lo poético. Tonos cálidos, pigmentos profundos y matices minerales que remiten a paisajes naturales, a la fuerza del suelo, a la textura de las piedras y a los colores que el cuerpo reconoce sin esfuerzo. En esta elección hay algo muy intuitivo, porque buscaba que el objeto activara los sentidos más allá del oído, que invitara a una lectura sensorial completa. La textura, en ese sentido, es una pieza fundamental: es el tacto y la mirada, una experiencia que ocurre justo en ese límite donde lo tangible y lo visual se encuentran. Así, la tecnología deja de ser fría o distante para volverse cercana, para formar parte del espacio de manera orgánica.
 
Lo que me interesa de la línea Atelier no es que todo encaje o sea uniforme, sino justo lo contrario: que cada pieza hable con voz propia, que cada objeto tenga un carácter singular. Esta singularidad es la que lo convierte en algo especial, en una extensión de quien lo usa, una especie de reflejo íntimo. Creo que el diseño tiene ese poder: tomar algo cotidiano y darle un nuevo significado, hacerlo trascender. Elevarlo desde su esencia más mínima para que se convierta en algo que transforma el entorno y también la percepción que tenemos de lo cotidiano.
Esta propuesta, más allá de lo formal, me llevó a pensar en la relación que establecemos con los objetos que nos rodean. Hoy ya no vale solo con poseer, con tener cosas bonitas; es necesario convivir, crear vínculos emocionales duraderos que enriquezcan nuestro día a día. Por eso, en esta colaboración, la estética se vuelve un instrumento para acercar el diseño a nuestra sensibilidad, para despertar emociones, para invitar a la pausa y a la reflexión. Un altavoz, entonces, puede dejar de ser un simple dispositivo técnico para convertirse en una pieza que abraza el espacio, que invita a ser tocada, que sugiere una memoria o un sentimiento.
 
Desde esta perspectiva, trabajar con Bang & Olufsen me permitió poner en valor esa poética oculta que puede contener un objeto de tecnología. Quise mostrar que detrás de la precisión técnica puede haber una mirada artística, una pincelada que lo convierte en algo más que funcional. Es un pequeño gran gesto que suma y que habla del poder que tiene el diseño para transformar nuestra experiencia cotidiana. Porque un altavoz no solo transmite sonido, también puede contener y revelar toda la belleza de una obra de arte, toda la emoción que se esconde en la superficie.
Este proyecto, para mí, es una invitación a detenernos un momento y repensar cómo habitamos el espacio que nos rodea. A entender que cada objeto puede ser un refugio sensorial, un punto de encuentro con nuestras emociones y recuerdos. La tecnología, así, no es un fin en sí misma, sino una herramienta para crear nuevas formas de habitar el presente, para enriquecer los momentos de silencio y conexión. En ese juego entre lo técnico y lo poético, entre lo visible y lo invisible, es donde encuentro el verdadero sentido del diseño.
Mirar un altavoz con esta mirada me permitió reaprender a escuchar, no solo el sonido, sino también el lenguaje del diseño que se esconde en cada detalle. La elección del color, la textura, la forma… todo eso se convierte en una coreografía que acompaña al usuario en su experiencia, que crea un ambiente, una atmósfera, un refugio íntimo donde la tecnología deja de ser un mero instrumento para transformarse en un compañero silencioso, en un testigo sensible de nuestro día a día.
 
En definitiva, esta colaboración es un manifiesto de cómo el diseño puede abrir nuevas posibilidades, para crear objetos que nos emocionen y nos acompañen. Donde la tecnología no solo funciona, sino que también toca, habla, abraza. Así, cada altavoz de la línea Atelier es más que un producto: es una historia, un poema visual y sonoro que invita a detenernos, a escuchar y a sentir. Porque al final, para mí, el diseño siempre es eso: emoción hecha forma, tecnología convertida en experiencia, y sobre todo, una invitación a habitar el mundo con más sentido.
Agradecimientos: Palacio Del Retiro Autograph Collection, Borja Sant y Bang & Olufsen Madrid Exclusive.