Fotografias: Nacho Uribesalazar y Nuel Puig.
Proyecto de Interiorismo.

Clar or, Hotel Habitat.

Clar Or nace de un impulso muy íntimo, la necesidad de capturar esa luz especial que solo Valencia despliega en sus primeras horas, cuando el día todavía es promesa y calma. No es solo una habitación de hotel; es un espacio que busca detener el tiempo, para que quien lo habite pueda conectar con un ritmo pausado y con la memoria de un paisaje que se renueva cada mañana. Mi intención ha sido crear un refugio donde la luz y la materia se encuentren para provocar una experiencia que va más allá de lo visual, que envuelve, que calma y que invita a la contemplación.

La paleta que escogí no responde a modas ni a fórmulas prefabricadas, sino a esa luz que me emociona en Valencia cuando el sol comienza a acariciar las fachadas y los tejados, un momento en que el aire se siente limpio y la ciudad parece susurrar. Tonos arenosos, terracotas suaves y dorados cálidos forman un paisaje cromático que no se impone, sino que acompaña con delicadeza. Cada color busca traducir esa luz dorada, ese hálito tibio que invita a la pausa. Quería que la habitación respirara esa serenidad, que fuera capaz de modular la sensación a medida que avanza el día, como si la luz misma fuera un material más de la arquitectura interior.

Los materiales han sido escogidos pensando en el tacto y en cómo cada elemento puede generar una sensación de confort auténtico. La madera, presente en sus distintas texturas, aporta una calidez que no solo se ve, sino que se siente bajo la piel; los tejidos naturales, con su suavidad y naturalidad, suman capas sensoriales que enriquecen la experiencia. La moqueta de Lusotufo actúa como un colchón silencioso bajo los pies, abrazando con suavidad cada paso y contribuyendo a una atmósfera que invita a relajarse, a dejar atrás la prisa. En las ventanas, las cortinas trabajan con la luz natural: el visillo en tono off white filtra la claridad para suavizarla y crear una penumbra amable, mientras que la cortina blackout permite proteger esa intimidad, ofreciendo control sobre la atmósfera interior. Las paredes, vestidas con el papel Pyrite de Casamance, tienen un sutil brillo que remite a las primeras luces del día, a ese momento en que la piedra y el estuco reflejan la vida naciente de la ciudad.
 
Me apasiona cuidar los pequeños detalles que al final transforman un espacio en una experiencia memorable. Por eso, la lencería de Vayoil no es un mero elemento funcional, sino una invitación al descanso profundo. La suavidad de las sábanas, la calidad de los tejidos, el tacto cálido, forman parte del ritual de habitar ese refugio. El colchón Dubái de Sonpura aporta ese soporte que el cuerpo agradece, un equilibrio entre firmeza y confort que asegura un sueño reparador. Estos detalles, a menudo invisibles, son los que crean una atmósfera donde el huésped puede desconectar realmente y sentir que está en un lugar pensado para él.
La iluminación ha sido un elemento fundamental en la composición del espacio. Para mí, la luz no es solo una necesidad práctica, sino un material con el que modelar la atmósfera, con el que generar sensaciones y marcar momentos. La iluminación técnica, de Jiso Iluminación, está pensada para acompañar sin invadir, para resolver con discreción y eficiencia. En cambio, las luminarias decorativas de Estiluz aportan ese respiro cálido, ese brillo suave que envuelve y transforma el espacio en algo acogedor y humano. En esta coreografía luminosa, las piezas de Lladró son como notas de delicadeza artesanal, un guiño a la tradición valenciana reinterpretada desde un presente contemporáneo. No quería que el proyecto se quedara en la superficie; quise que hablara de raíces, de memoria y de futuro, sin caer en clichés ni estereotipos.
En cuanto al mobiliario, busqué una modernidad que no grite, sino que susurre. El sillón Brut de Annud, con su presencia escultórica y a la vez acogedora, aporta una tensión visual que a la vez invita a sentarse y quedarse. Las piezas auxiliares de The Masie completan la escena sin romper la armonía; son discretas, elegantes, contemporáneas, y mantienen la coherencia con el resto del proyecto. El baño se plantea como un oasis íntimo, con lavabos y bañera de la colección SONAR que juegan con formas suaves y fluidas, casi orgánicas, mientras que la grifería de Laufen añade un punto de sofisticación minimalista. Quería que esta zona mantuviera la misma sensibilidad, ese equilibrio entre funcionalidad y emoción que define todo el proyecto.

Clar Or es un homenaje sutil pero consciente a la cultura local. Se trata de un diálogo que surge en los detalles, en las texturas, en los reflejos y en la luz que atraviesa el espacio. La habitación sugiere más que impone, invita a sentir sin saturar. No pretende ser una réplica literal ni un escenario artificioso, sino un espacio vivo que respira con la ciudad y que ofrece a quien lo habita la posibilidad de reencontrarse con una identidad profunda y pausada. En un momento en que todo se acelera, Clar Or propone frenar, mirar, sentir, y simplemente habitar el momento.

En definitiva, este proyecto representa para mí una invitación a reconectar con lo esencial, con aquello que se pierde cuando el ritmo se vuelve frenético. Quería que Clar Or fuera más que una estancia funcional; quería que fuera un refugio, un espacio que ofreciera calma y belleza, que hablara de luz y materia, que acogiera emociones y generara memoria. Que fuera, en definitiva, un lugar desde donde observar cómo amanece una ciudad, cómo despiertan sus colores y su luz, y cómo, en ese instante, todo parece posible.
Agradecimientos: Casamance, Habour, Arena, Lusotufo, Vayoil, Annud, Flic Studio, Sonpura, The Masie, Lladró, Laufen, Estiluz y Jiso Iluminacion.