Fotografias: Mayte Piera y Nuel Puig.
Proyecto de Interiorismo.

orange forest

Orange Forest no es simplemente un espacio efímero; es una experiencia que va mucho más allá de lo visual, es una inmersión sensorial y emocional que celebra el diseño textil contemporáneo en un ambiente cálido, evocador y con raíces profundamente valencianas. Cuando concebí este proyecto para la revista Interiores dentro de la Feria Textil Hogar Valencia y Feria Hábitat, mi intención era trasladar a un entorno arquitectónico la esencia del paisaje de la Albufera al atardecer. Ese instante en que la naturaleza se pinta de naranja, con una luz que parece envolverlo todo en calma y energía a la vez, fue mi gran inspiración. No quería construir un estand más, sino crear un bosque anaranjado donde el color, la materia y la luz fueran los verdaderos protagonistas, pero sobre todo, donde el visitante pudiera sentir.

Lo que me interesa del diseño no es solo el resultado visual, sino esa capacidad para emocionar, para hacer que quien entra respire, toque, escuche y se sienta acogido. Por eso, Orange Forest rehúye la ortogonalidad rígida típica de los espacios feriales. Aquí la arquitectura es orgánica, libre, como si fuera un bosque real que invita a recorrerlo sin prisa, descubriendo sus rincones, sus texturas y atmósferas. No hay un camino marcado, sino momentos que se suceden como escenas, donde las estructuras textiles suspendidas se convierten en árboles y cortinas que, casi como un susurro, suavizan la luz y el sonido. Caminar sobre las alfombras de tacto envolvente, descalzo, es una invitación a conectar con lo más íntimo y táctil del espacio.

El naranja que domina el proyecto no es solo un color; para mí es una declaración, un lenguaje. Me gusta pensar que ese naranja evoca más que una simple imagen: es el reflejo del sol sobre el agua, el aroma de los cítricos maduros caídos en la tierra, la calidez de la tierra valenciana. Es un color emocional que invita a detenerse, respirar hondo y sentir el espacio desde dentro. Esa energía vibrante, pero también serena, marca todo el proyecto.

La luz juega un papel fundamental. No está puesta para destacar, sino para sugerir, para insinuar. Se filtra entre las “copas” de los árboles textiles, genera sombras suaves y contraluces que hacen que cada superficie se perciba con una textura distinta. La iluminación se convierte en un elemento coreográfico, que acompaña el movimiento del visitante, modulando la percepción del espacio como si fuera un diálogo silencioso.

Quería que el espacio fuera una pausa en la saturación visual que muchas veces invade las ferias. No busco impresionar con exceso, sino emocionar con sencillez, con sustracción. Que quien entre en Orange Forest sienta que puede bajar el ritmo, tocar los tejidos, sentarse a descansar y compartir un momento. Que el diseño sea una caricia, un refugio cálido. Para mí, el diseño de interiores es algo más que estética; es un vehículo para el bienestar, para la conexión humana y sensorial.

La selección de materiales y marcas no fue casual. Cada colaborador aporta algo más que producto; suma en la narrativa emocional que buscaba construir. Desde los muebles que emergen como brotes, las alfombras que invitan a sentir el suelo, hasta los tejidos que funcionan como piel del espacio, todo contribuye a ese diálogo entre tradición y modernidad, entre paisaje y arquitectura. Pero lo más importante es que todo es vivo, flexible y profundamente humano.

La sostenibilidad no está en una etiqueta, sino en cada decisión que tomé: materiales cuidadosamente elegidos, modularidad que permite reutilizar y reciclar, un compromiso con lo posible y coherente. Quise que la naturaleza no fuera un mero decorado, sino una inspiración profunda y contemporánea que se reinterpreta con respeto y poesía.

Trabajar junto a la revista Interiores fue fundamental porque no queríamos solo mostrar un proyecto, sino habitarlo, darle vida, hacer que esa escena fuera una experiencia. De ahí que Orange Forest funcione como una traducción física de una identidad gráfica y emocional, un lugar que invita a vivir y no solo a mirar.

Para mí, este proyecto es también una metáfora de dónde está el diseño ahora: en un momento que busca reconectar con lo esencial, con lo humano, con la naturaleza. En un mundo acelerado, Orange Forest es un espacio para reencontrarnos, cuidarnos, imaginar y recordar que el diseño tiene alma. El bosque simboliza comunidad y permanencia, memoria y futuro, ese lugar de paso donde todo cobra sentido.

Mi forma de entender el diseño siempre ha sido la de unir la emoción con la técnica, lo escenográfico con lo simbólico. Aquí, el lenguaje se expresa con madurez, con una sensibilidad cromática precisa y un control absoluto de cada pieza y cada textura. No hay nada dejado al azar, porque cada detalle – desde la altura de los tejidos hasta la secuencia del color en el suelo – responde a un propósito narrativo y sensorial. Quiero que quien camine por Orange Forest no solo vea un espacio, sino que lo viva, se sienta acogido y tocado en lo más profundo.

Aunque el bosque solo estará en pie durante unos días, sé que quedará en la memoria de quienes lo hayan recorrido. Como un atardecer que se desvanece, su huella es luminosa, cálida e inolvidable. Es un manifiesto silencioso sobre la belleza del textil, el poder de la atmósfera y la fuerza de un diseño que no necesita alzar la voz para emocionar.

Agradecimientos: The Masie, Lladro, KA Internacional, KP Alfombras, Harbour Fabrics, Ciré y Serra Concept.